jueves, 21 de octubre de 2010

GREGORY COLBERT




“Al explorar las sensibilidades poéticas y el lenguaje compartidos por todos los animales, con mi trabajo busco redescubrir esa tierra común que una vez existió cuando las personas vivían en armonía con los animales. Las imágenes muestran un mundo que no tiene ni principio ni fin, ni un aquí ni un allí, ni pasado ni presente”.                                                                           Gregory Colbert, creador de Ashes and Snow.
                                  


Gregory Colbert es un destacado cineasta y fotógrafo canadiense, conocido por la exposición de la obra fotográfica y filme Ashes and Snow, de 1992. Las 50 fotografías que componen la exhibición evocan animales como elefantes, ballenas, manatíes, ibis, grullas, águilas, halcones, rinocerontes, guepardos, leopardos, babuinos, gibones, orangutanes y cocodrilos; en interacción con monjes birmanos, bailarines en trance, gente San, y miembros de diversas tribus indígenas del mundo.

Su obra, como lo menciona, destaca la presencia de animales totémicos -o bestiario, como él lo llama- presentes en las diferentes culturas alrededor del mundo. Así busca expresar aquel vínculo de animales y seres humanos, enmarcados en la naturaleza. Relación que está presente en las distintas geografías y tiempos, en la construcción de los imaginarios y cosmovisiones de aquellas culturas que consideran y conservan su esencia intrínseca a la naturaleza. Según mencionado afán, expone esa simbiosis cuyos elementos constituyen "obras maestras vivas de la naturaleza".

Cada fotografía impresiona por la fuerza del animal “de naturaleza expresiva y artística” que se destaca frente a la sobriedad del escenario, a través de planos enteros y descriptivos, siempre en tonos ocre oscuro y sepia, mas sin ninguna manipulación digital.

La exposición Ashes and Snow ha recorrido diversos rincones del mundo tras casi dos décadas, cuya esencia por “ser fiel a la voz de cada animal” a impresionado a los más de 10 millones de personas que la han visitado.




BASÍLICA DEL VOTO NACIONAL: Fusión de imaginarios, poder y energía a partir de la espacialidad



A través de los distintos espacios y tiempos, la humanidad ha construido imaginarios que representan su cosmovisión a partir de diversas expresiones. La Basílica del Voto Nacional, ubicada en el perímetro el área colonial de la cuidad de Quito, constituye una exquisita muestra arquitectónica de la comunidad católica.

En conjunto la estructura expone un claro estilo neogótico, aunque cabe destacar las particularidades sincréticas características de las edificaciones religiosas de esta ciudad colonial. Aquella fusión evoca un rico basamento de símbolos, imágenes y representaciones que encarnan, más allá del evidente aspecto religioso, referentes de poder y centros de energía.

Incrustados en ese monolito gigante que representa la cruz latina, se aprecian diversos animales de la fauna ecuatoriana. Es decir, la Basílica es símbolo de poder religioso cuyas formas místicas neogóticas amalgaman, en lugar de gárgolas por ejemplo, monos, pumas, osos hormigueros, caimanes, armadillos y cervatillos, que a su vez constituyen seres respetados y reconocidos en las culturas incásicas, prehispánicas y autóctonas de la región andina, empotrados sus fachadas laterales.

Todo espacio  de esta edificación se adorna de representaciones reveladoras. Justamente, el completo del frente compuesto por un amplio patio, la imponente fachada, sus dos torres y el acceso exhiben otros símbolos de poder. Esta última incrusta en la parte superior la escultura del Papa Juan Pablo II con sus manos extendidas y en asenso, un corazón y la cruz. Estas representaciones no solo son grandes símbolos sino encarnan la captación de energía por parte de los personajes empotrados.

Cada recoveco externo es simbólico y guarda energía. Fachadas, naves y bóvedas, torres, rosetones y vidrieras, cada estructura  configura, dentro de una sensación de verticalidad intrínseca, ese sentido simbólico, de poder y energía. Externamente, se comprende como demostración, internamente entre la claridad y la penumbra, el conocimiento.

Por todo esto, la Basílica del Voto Nacional es símbolo y energía dispuesta arquitectónicamente, dentro de una ciudad de linaje incaico y herencia colonial. Donde la comprensión del cosmos mixtura místicamente la cultura andina y la religiosidad cristiana.

domingo, 3 de octubre de 2010

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ÁGORA



Ágora, del director español Alejandro Amenábar, es un filme que presenta la vida de Hipatia de Alejandría, una filósofa y matemática lapidada en el año 391 d.C. Ésta producción desarrolla diversas tramas que logran integrar su gran historia, digna de rememoración por  la complejidad de las circunstancias que se intercalan en ella, a partir de distintos aspectos como la religión, el ateísmo, la ciencia, la pugna de poder por parte de la Iglesia, la discrimación y subyugación de la mujer...

Concretamente, se observa a lo largo de la película el conflicto generado por el ascenso y auge del cristianismo en esta provincia romana. Aquella consolidación alcanzó extremos tales como el exterminio de otros grupos (judíos, griegos y romanos), a través de luchas fratricidas cuyo basamento descansaba en el fanatismo religioso, ciego e infundado. Realidad, que se ha plasmado históricamente en varias ocaciones; y cuyo principal antagonismo se encarnó en el progreso del conocimiento científico. Para la época, esta oposición se atizaba permanentemente. Este es el contexto que fundamenta la trama. A partir de ello se plasma el trágico final de una talentosa mujer.


Aquella coyuntura es a la vez oportuna para advertir toda la construccion simbólica que enriquece el filme. Si bien recrea la época, es también agente que evoca las concepciones del universo el mundo y su orden. Desde la academia y la biblioteca se trasluce el conocimiento y el progreso científico. Hipatia, sus colegas y discípulos discuten la disposición del sol, de la Tierra, las estrellas, sus movimientos, etc. Plasman el cosmos en basse a la forma pura que constituye el círculo, y desde ahí su conocimiento, su orden. Mientras la iglesia cristiana y el dogma, son oportunos para encarnar una representacion del orden y el mundo, desde otros imaginarios y signos como la cruz.


Todos elementos de trasfondo, tramas y personajes que traslucen el accionar y el pensamiento de los seres humanos para lograr comprender el unvierso a partir de los avances y particularidades de cada tiempo y espacio.


EL ÚLTIMO MAESTRO DEL AIRE

Del director Night Shyamalan llega el filme "El último maestro del aire". Película que plasma al mundo dividido en cuatro naciones identificadas con los cuatro elementos (Aire, Agua, Tierra, Fuego), y la llegada del avatar para poner orden al caos que existe en él, debido al dominio de la nación del Fuego.

Tras la profusión de efectos especiales, escenas de combates, aventura, etc. se despliega un argumento que toma elementos mitológicos así como filosóficos y astronómicos antiguos, para su construcción. Así se debe tomar en consideración el retrato de un mundo conformado por las cuatro naciones que se identifican cada una con el aire, el agua, la tierra y el fuego. Lo que recuerda la filosofía de los orígenes, para fundamentarse, cuyos autores determinaron los cuatro elementos como constructores de la realidad material, es decir del universo. Paralelamente, introduce aspectos relacionados a la mitología hindú, como la llegada de un avatar, quien encarna el descenso de un dios al mundo de los seres humanos para la prolongación de éstos en épocas de destrucción.


Se puede entonces identificar los fundamentos que construyen la tama de la película. Estos constituyen a su manera, una visión cinematográfica que reconstruye al mundo configurado desde los elementos mencionados en caos, pero con la oportunidad de orden, armonía y equilibrio identidicados en la figura de un avatar. Aquello da a entender muchos aspectos presentes en la religión, la ciencia, la filosofía. Todos con el fin de representar y explicar al mundo en que se vive y darle una realidad y significado para trascender.